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Pero Er, el primogénito de Judá, era malo a los ojos del Señor, así que el Señor le quitó la vida. Entonces Judá le dijo a Onán:

«Únete a la mujer de tu hermano, y cumple con tu deber de cuñado. Levanta descendencia para tu hermano.»

Como Onán sabía que la descendencia no sería considerada suya, para no darle descendencia a su hermano, cada vez que se allegaba a la mujer de su hermano derramaba el semen en el suelo.

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